28 marzo 2024
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28 marzo 2024

El espíritu de la revolución sigue presente en Túnez

Los jóvenes siguen siendo protagonistas de las protestas sociales ahora que se cumplen diez años del inicio de la Primavera Árabe 

Durante este mes de enero, algunos de los barrios de la capital de Túnez han visto cómo sus calles se convertían en un campo de batalla. Cinco noches ininterrumpidas de disturbios y violencia que se han saldado, por el momento, con más de 600 personas detenidas, según informó el gobierno tunecino.

La mayoría de los detenidos son jóvenes de entre 15 y 25 años y están acusados de cometer ataques violentos. La mayoría de estas protestas se han concentrado en los barrios más pobres de la ciudad, entre ellos el barrio de Ettadhamen, situado al oeste de la capital.

En 2021 se cumplen diez años de las revueltas que dieron origen a la Primavera Árabe y la población tunecina sigue esperando la culminación de la transición democrática, especialmente los más jóvenes, inmersos en un contexto de desempleo, protestas sociales y división de los partidos políticos.

Contexto de inestabilidad política 

Las últimas elecciones legislativas de Túnez, celebradas el 6 de octubre de 2019, dejaron un Parlamento muy fragmentado. De los 217 diputados, 52 pertenecen a Ennahda, la principal fuerza política del país. Este partido es de centro derecha y defiende los preceptos del Islam, la religión mayoritaria del país

Recurs gràfic Oriol: https://en.wikipedia.org/wiki/2019_Tunisian_parliamentary_election

Túnez es una república semipresidencialista donde existe un presidente, Kaïs Saied, y un primer ministro, Hichem Mechichi, en el cargo desde julio de 2020.

Mechichi es el noveno primer ministro desde las revueltas de 2011, lo que da una idea del contexto de inestabilidad en el país. El anterior jefe de gobierno, Elies Fajfaj, se vio obligado a dimitir tras ser acusado de corrupción tan solo cinco meses después de ser elegido. 

Desempleo y coronavirus 

Con una población de cerca de 11,6 millones de habitantes, Túnez es uno de los países de la región más afectados por la pandemia de coronavirus, con más de 190.000 casos positivos y más de 6.000 muertes por Covid-19, según datos de la John Hopkins University. 

No obstante, el desempleo y la situación de pobreza y precariedad son las principales razones que se encuentran detrás de estas últimas protestas. La tasa de desempleo se sitúa en el 16% y supera el 36% en el caso de los jóvenes (de 15 a 24 años), según datos del Banco Mundial.  

La situación socioeconómica de la población es cada vez más inestable, a pesar de las inversiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la propia Unión Europa (EU), que reconoce a Túnez como una democracia real. Además, la falta de expectativas provoca que muchos decidan migrar a otros países, especialmente a Europa, en busca de un futuro mejor. 

Primavera Árabe: el mismo espíritu 10 años después 

El 14 de enero de 2011, tras semanas de protestas, la sociedad tunecina logró expulsar al dictador Zine el Abidine Ben Alí, que había ocupado el poder durante 23 años. Ben Alí huyó en un avión hacia Arabia Saudí, donde murió en 2019 con 83 años.

El detonante de las protestas fue la muerte de Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante de Sidi Buzid, una ciudad en el centro de Túnez. Varios agentes de policía le requisaron el carro, su única fuente de ingresos, y uno de ellos le dio una bofetada. Después de acudir a las autoridades y no obtener respuesta, desesperado, se roció de gasolina y prendió fuego.

Ante este abuso de poder, la ciudadanía respondió con protestas en varios lugares de la ciudad y, en pocos días, ya se habían extendido al resto del país. Fue la primera revuelta de la llamada Primavera Árabe.

Las redes sociales jugaron un papel muy importante en la Primavera Árabe. Otros países vecinos del Norte de África, como Egipto, Libia o Siria, se hicieron eco de lo sucedido en Túnez y emprendieron su propia revolución. La ciudadanía de estos países reclamaba más derechos y libertades y denunciaba la corrupción de sus dirigentes políticos. 

Si echamos la vista hacia atrás, Túnez ha protagonizado algunos de los hitos políticos más importantes de la región. Un ejemplo fue la aprobación, en julio de 2017, de una ley sobre violencia contra las mujeres e igualdad de género, en la que se reconocían por primera vez términos como “violación” e “incesto” y se establecían multas económicas contra el acoso sexual. En septiembre de ese mismo año se aprobó un decreto que autorizaba a las mujeres musulmanas a casarse con un hombre de otra religión

No obstante, muchas otras promesas no se han cumplido y, con los años, el espíritu optimista de las manifestaciones ha dado paso al desencanto y a un nuevo escenario de inestabilidad. 

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