La imagen de un centenar de migrantes desnudos, abandonados por las autoridades en la frontera, provoca la condena de las Naciones Unidas
La crisis migratoria en Europa ha vivido en los últimos días uno de sus capítulos más tristes y condenables. La imagen de 92 hombres desnudos que fueron abandonados por las autoridades en la frontera entre Grecia y Turquía ha dado la vuelta al mundo y ha provocado la condena de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La policía griega rescató al grupo de migrantes cerca del río Evros, que marca la frontera entre ambos países. Según explicaron a las autoridades griegas, fueron transportados hasta allí en vehículos del ejército turco, abandonados sin ropa y sin sus pertenencias, y obligados a cruzar las aguas del río.
Este comportamiento supone una violación de la Convención del Estatuto de las Personas Refugiadas, que tienen derecho a ser tratadas con dignidad y a recibir asistencia básica de los países de acogida.
Ahora, los gobiernos de Grecia y Turquía se acusan mutuamente de los hechos. Grecia denuncia que Turquía ha dado un trato inhumano a los migrantes y llevará el caso ante la ONU. En cambio, las autoridades turcas acusan a Grecia de desinformar y de publicar noticias falsas contra Turquía.
Por su parte, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha reclamado una investigación de los hechos y los ha calificado de “crueles y denigrantes”.
No es la primera vez que Grecia y Turquía entran en disputa por temas migratorios. Ambos países se encuentran en la ruta migratoria hacia Europa, por donde cada año miles de personas intentan huir de los conflictos en Oriente Medio. La mayoría de los migrantes rescatados en la frontera procedían de Afganistán y Siria.
Por otro lado, algunos expertos consideran que el gobierno turco, presidido por Recep Tayip Erdogan, está utilizando a los migrantes como arma política para ganarse el apoyo de la opinión pública. Las próximas elecciones en Turquía se celebrarán en junio de 2023 y, en medio de la crisis económica que afecta el país, Erdogan podría salir beneficiado si muestra unas políticas migratorias duras, que limiten la entrada de migrantes.
Violencia y represión en el río Evros
El río Evros es uno de los puntos críticos de la ruta migratoria hacia Europa. Después de cruzar toda Turquía, los migrantes intentan cruzar este río para entrar en Grecia y, por lo tanto, en un país de la Unión Europea. Pero el camino no es nada fácil.
La organización humanitaria Mare Liberum denuncia múltiples violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno griego en esta zona. Los migrantes son criminalizados, mientras que las ONG y los periodistas que denuncian estos casos son perseguidos por las autoridades.
A menudo, las autoridades turcas llevan a los migrantes hasta el río Evros para que crucen en dirección a la orilla griega, bajo la amenaza de devolverles a Siria si no abandonan Turquía. Muchos mueren ahogados durante el trayecto porque no saben nadar.
Una vez en el lado griego, la policía les recibe con golpes e insultos. La mayoría son trasladados al centro de detención de Filakio, donde se les retiene durante días, semanas o meses antes de ser deportados a su país de origen. Aunque no existen datos oficiales, varias organizaciones hablan de condiciones inhumanas en estas instalaciones.
Mare Liberum denuncia que, en julio, la policía fronteriza de Grecia abandonó durante un mes a un grupo de 40 personas (incluidos menores y una mujer embarazada) en un islote en medio del río, donde no tenían acceso a alimentos ni agua potable. El gobierno griego ha denunciado a Giorgios Christides, el periodista que ha destapado el caso, para intentar silenciar los abusos y violaciones cometidos por las autoridades.
El fracaso del Acuerdo con Turquía
La guerra en Siria y otros conflictos en Oriente Medio provocaron una gran oleada migratoria en 2015. Cerca de dos millones de personas intentaron llegar a Europa huyendo de la violencia, la pobreza y la persecución en sus países de origen.
Los países miembros de la Unión Europea (UE) se vieron desbordados por la situación y, a pesar de intentar aplicar un sistema de cuotas de acogida para alojar a todas las personas solicitantes de asilo, lo cierto es que los gobiernos europeos incumplieron los acuerdos de acogida. Esta situación derivó en una grave crisis humanitaria.
Como solución a corto plazo, la Unión Europea llegó a un acuerdo migratorio con Turquía: el gobierno turco debía acoger a todos los migrantes en situación irregular que llegaban al país (en campos de refugiados o centros de acogida), evitando así que intentaran entrar en Europa. A cambio, la UE pagaba miles de millones de euros en ayudas.
Este acuerdo fue muy criticado por las organizaciones humanitarias, que acusaron a los países europeos de incumplir su deber a la hora de acoger a los refugiados. Ante el fracaso de las políticas de acogida, los gobiernos han optado por otras medidas que suponen una violación de los derechos humanos, como las deportaciones irregulares o el refuerzo de las patrullas fronterizas, que evitan la entrada de personas sin tener en cuenta su seguridad.
El acuerdo con Turquía debía ser temporal, pero ha acabado siendo vigente hasta hoy. Sin embargo, el gobierno de Grecia asegura que Turquía está dejando entrar a migrantes de forma irregular a través de sus fronteras: una forma de utilizar a los migrantes para presionar a los países europeos y obtener un trato de favor.