El gobierno de Austria ha iniciado una campaña para prevenir a la población ante un posible apagón eléctrico de duración indefinida
La escasez de energía y la subida de precios de la electricidad han ocupado los titulares de las noticias en las últimas semanas. En ese sentido, algunos gobiernos se muestran preocupados por la posibilidad de que se produzca un gran apagón en Europa.
El gobierno de Austria, por ejemplo, considera que se trata de un peligro real y ha empezado a preparar a la población para un posible apagón eléctrico que podría alargarse durante semanas. Así, han lanzado una campaña informativa para aprender a sobrevivir sin electricidad: les han instado a comprar velas, combustible, alimentos en conserva y agua potable, además de coordinarse y crear grupos de apoyo.
En una sociedad digital como la nuestra, utilizamos las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales de forma constante. Por ese motivo, nuestra dependencia de la electricidad es total para estudiar, trabajar o relacionarnos.
Pero además, la electricidad también se utiliza para encender los semáforos, iluminar las escuelas, hacer funcionar los hospitales, activar la maquinaria en las fábricas… Un apagón supondría un parón absoluto de la actividad y podría provocar graves problemas de movilidad y funcionamiento.
Las nuevas medidas del gobierno austríaco responden a diferentes causas. Por un lado, la escasez de gas, una de las principales fuentes de energía en Europa, que ha provocado que varios gobiernos europeos compitan por asegurarse el suministro de energía. Como consecuencia, el precio de la electricidad ha aumentado y ha marcado récords históricos.
Por el otro, la escasez de microchips en todo el mundo. La pandemia ha afectado a la producción de microchips, unos dispositivos electrónicos que se utilizan para fabricar multitud de productos: desde ordenadores hasta móviles y coches. La falta de estos dispositivos diminutos también repercute en el funcionamiento de muchas máquinas, porque si se estropean no hay repuestos.
Por último, algunos sucesos de las últimas semanas se han sumado a la alarma del gobierno austríaco, aunque no estén directamente relacionados con la falta de energía. Por ejemplo, la escasez de combustible y de algunos productos en Reino Unido o la reciente caída global de redes sociales del grupo Meta (antes Facebook).
Sin embargo, otros países consideran que el suministro eléctrico está garantizado, aunque haya que adaptarse a la disponibilidad de recursos tras la pandemia.
El suministro de energía en Europa
En la actualidad, varios factores afectan al suministro de energía en Europa. El principal es la dependencia energética: los países europeos no tienen suficientes recursos naturales ni centrales eléctricas para producir su propia energía, así que dependen de otros países para abastecer a su población.
Además de contar con energía eólica e hidráulica, la principal materia para generar electricidad es el gas, que procede sobre todo de Rusia y Argelia. El gas ruso abastece a los países del norte y el este de Europa, mientras que el gas argelino llega a los países del sur.
El gas se distribuye a través de inmensos gasoductos que recorren miles y miles de kilómetros. Pero, a veces, el suministro queda condicionado por la disponibilidad (si se produce poca cantidad, Rusia y Argelia abastecerán primero a su población), o bien se utiliza para conseguir alguna ventaja en negociaciones políticas.
Por otro lado, el parón de actividad durante la pandemia ha afectado a muchos sectores, también el de la energía. Durante el confinamiento y los meses de restricciones descendió el uso de combustibles y pararon las fábricas, pero el consumo eléctrico en los hogares aumentó muchísimo. Y de cara a la recuperación económica, se prevé que el gasto energético sea todavía mayor.
Esto ha provocado que algunos países hayan decidido posponer el cierre de las centrales nucleares para seguir usándolas y dar así respuesta a las necesidades energéticas de la población.
¿Habrá regalos suficientes esta Navidad?
La escasez de suministros y materias primas también preocupa a los fabricantes y comercios, que estos días han alertado de la posible falta de regalos por Navidad. La época navideña supone uno de los mayores picos de consumo y algunos productos suelen agotarse, especialmente juguetes. Sin embargo, este año el desabastecimiento puede ser aún mayor porque el sector del juguete se está viendo afectado por la crisis del transporte marítimo.
La mayoría de juguetes que compramos se fabrican en países asiáticos como China, Taiwán o Corea del Sur y llegan a Europa por mar. No obstante, actualmente los puertos marítimos están colapsados por dos razones: algunos siguen cerrados por culpa del coronavirus y otros no cuentan con suficientes barcos y contenedores para transportar la mercancía.
Como consecuencia, es posible que lleguen menos juguetes o incluso que lleguen más tarde. A su vez, esto puede provocar un aumento en los precios de los productos.
El problema de la escasez de materias primas y productos evidencia que vivimos en un mundo globalizado e interconectado. Igual que los juguetes, muchos de los productos que consumimos se fabrican a miles de kilómetros de las tiendas donde los compramos.La pandemia ha servido para darnos cuenta de la conexión económica que existe entre países, pero también para ser conscientes de las carencias de este sistema de producción: un problema en uno de los eslabones de la cadena puede afectar al mundo entero. Una de las soluciones a largo plazo sería producir y consumir a nivel local, apostando por los negocios más próximos y solucionando el problema del transporte global.