Estados Unidos confirma que el misil que cayó en Polonia era de origen ucraniano, lo que evita la entrada de la OTAN en el conflicto
Pronto se cumplirán nueve meses del inicio de la guerra en Ucrania y el conflicto parece estar lejos de resolverse. La noche del martes, un misil cayó en la frontera entre Ucrania y Polonia y provocó la muerte de dos personas en territorio polaco. El ataque se produjo al mismo tiempo que Rusia bombardeaba varias ciudades en Ucrania.
Este hecho encendió las alarmas en Europa, ya que Polonia es un país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza política y militar que agrupa a una treintena de países en Europa y Norteamérica. Estos países se comprometen a defenderse mutuamente en caso de ataque, según establece el artículo 5 del Tratado.
Ucrania no es un país miembro de la OTAN, pero sí que se considera un país aliado. Por ese motivo, ha recibido apoyo militar y logístico de la OTAN durante el conflicto: desde armamento hasta financiación económica, pasando por la acogida de millones de refugiados en otros países.
Sin embargo, los ejércitos de países de la OTAN no han intervenido directamente en la guerra porque, sobre el papel, Rusia no ha atacado a ninguno de sus miembros. Si Estados Unidos o la Unión Europea hubieran enviado a sus soldados a luchar en Ucrania, Rusia lo habría utilizado como argumento para atacar a otros países.
Si los misiles que han caído en Polonia fueran de origen ruso, esto provocaría una escalada de tensión en el conflicto y podría obligar a los países de la OTAN a entrar en guerra. Ante una decisión tan importante, el gobierno polaco ha activado el artículo 4 del Tratado: consultar con el resto de países qué pasos deberían seguirse tras el ataque.
Finalmente, la investigación ha determinado que los misiles no eran rusos sino que procedían de las defensas antiaéreas de Ucrania y que habrían estallado por error en la frontera con Polonia. Así pues, los ejércitos de Estados Unidos y de varios países europeos no entrarán en guerra.
OTAN y Rusia: una nueva guerra fría
A pesar de no intervenir directamente en el conflicto, la OTAN ha tenido un papel clave en la guerra de Ucrania. Esta organización político-militar fue creada durante la Guerra Fría, un período posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el que el mundo se dividió en dos bloques: uno liderado por Estados Unidos y el otro, por la Unión Soviética (URSS).
Para hacer frente al bloque comunista, Estados Unidos promovió la creación de un organismo internacional cuyos miembros se comprometían a defenderse mutuamente. Un total de 12 países fundaron la OTAN en 1949, pero con el tiempo esta organización se ha ido ampliando hasta los 30 miembros actuales.
El enfrentamiento se ha mantenido hasta hoy entre Estados Unidos y Rusia, que era el país más importante e influyente de la Unión Soviética. En la actualidad, el presidente ruso, Vladímir Putin, aspira a recuperar su influencia sobre los territorios que antiguamente formaban parte de la URSS, como es el caso de Ucrania.
El problema es que Ucrania ha optado por un camino diferente. Después de independizarse de la Unión Soviética en 1991, el país estuvo gobernado durante muchos años por políticos afines a Rusia. Pero entre 2013 y 2014 tuvo lugar el Euromaidan: una revolución social que reclamaba un cambio de sistema en Ucrania, alejándose de la influencia rusa y acercándose a la Unión Europea.
Desde entonces, Ucrania se ha convertido en un país aliado de la OTAN (de la que la Unión Europea forma parte). Este cambio de rumbo no ha sido visto con buenos ojos por parte de Putin, que teme que la expansión de la OTAN en Europa suponga una amenaza militar.
Los líderes mundiales, reunidos en el G20
Ha dado la casualidad de que el ataque en Polonia ha tenido lugar durante la Cumbre del G20, una de los principales encuentros de líderes mundiales. Muchos de los jefes de Estado y de gobierno de la OTAN estaban allí cuando se supo la noticia y en seguida se reunieron para evaluar la situación.
Rusia forma parte del G20, pero el presidente Putin no ha asistido a la cumbre en Indonesia debido a las críticas de la mayoría de países, que se han posicionado al lado de Ucrania en el conflicto.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sí que ha participado de forma telemática (aunque Ucrania no forma parte del G20). Zelenski intervino a través de una videoconferencia en la que volvió a señalar a Rusia como culpable de la guerra y exigió el cese de los ataques y la retirada inmediata de tropas rusas en Ucrania.
Dentro del G20 no existe una opinión unánime sobre la guerra: la mayoría de países señalan directamente a Rusia como responsable, pero otros como Brasil, la India o China han adoptado una posición neutral (en parte porque mantienen relaciones históricas e importantes acuerdos comerciales con Rusia).
Aun así, se ha emitido una declaración conjunta en la que todos los países condenan los ataques rusos y destacan que el conflicto está teniendo graves consecuencias económicas en todo el mundo, con el aumento de la inflación y el precio de los productos. La guerra está afectando especialmente a los países y regiones con menos ingresos, poniendo en peligro la seguridad alimentaria y el acceso a la energía cuando se acercan los meses más fríos del invierno.