28 abril 2024
spot_img
28 abril 2024

Jinwar: una aldea feminista y sostenible en el Kurdistán

En el norte de Siria existe una comunidad gestionada por mujeres que viven de forma autónoma y promueven la igualdad de género

En el Kurdistán sirio, una región que ocupa la frontera entre Siria y Turquía, se encuentra la pequeña aldea de Jinwar: una comunidad formada por mujeres que gobiernan su propio territorio, cultivan sus alimentos y promueven un estilo de vida autónomo y sostenible

Las casas de Jinwar están construidas con arcilla siguiendo los métodos tradicionales, lo que permite mantenerlas frescas en verano y conservar el calor en invierno. Alrededor del pueblo están los campos de cultivo: cereales, árboles fruteros y olivos que sirven para alimentarse pero también para vender a través de la cooperativa agrícola.

La aldea cuenta también con una escuela, una granja y una clínica de medicina natural, donde las mujeres preparan medicinas y ungüentos con las plantas y flores del entorno. También organizan actividades culturales, como charlas y obras de teatro.

La idea de esta comunidad empezó a gestarse en 2017, después de que el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) fuera derrotado en la región. Muchas mujeres perdieron a sus parejas durante la guerra y fueron víctimas de los ataques y violaciones de ISIS.

Con la ayuda de las autoridades locales y de varias organizaciones humanitarias, un grupo de mujeres empezó a construir la aldea como una alternativa segura para vivir. Se inauguró el 25 de noviembre de 2018, Día Internacional contra la Violencia de Género

El nombre de este pueblo significa “tierra de mujeres” en kurmanji, uno de los dialectos kurdos. Las mujeres de Jinwar viven allí con sus hijos y trabajan de forma comunitaria: no hay beneficios individuales, sino colectivos; los hombres pueden visitar el poblado, pero no pueden quedarse a dormir. 

Jinwar destaca por ser un modelo de matriarcado en el que las mujeres lideran y gestionan todos los asuntos de la comunidad. En ese sentido, el poblado es un reflejo de las autoridades del Kurdistán, que incluyen a las mujeres en todas las esferas de la vida pública: en el gobierno, en las instituciones educativas e incluso en la defensa del territorio.

Mujeres para defender el Kurdistán

Jinwar se encuentra en el Kurdistán, una región que abarca diferentes países de Oriente Medio (Turquía, Irak, Irán y Siria) y está habitada en su mayoría por el pueblo kurdo. Los kurdos son un pueblo milenario que, a día de hoy, cuenta con unos 30 millones de personas, pero que nunca han tenido un país propio

Esta región también ha sido el escenario de continuas guerras y conflictos: desde el conflicto de Siria hasta los ataques del ejército turco contra las milicias kurdas, pasando por la guerra contra el Estado Islámico, un grupo terrorista que perpetró numerosos atentados terroristas en todo el mundo.

Las milicias kurdas tuvieron un papel clave en la derrota del Estado Islámico. Tanto las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) como las Unidades Femeninas de Protección (YPJ), que están formadas únicamente por mujeres, lucharon contra el ISIS por todo el Kurdistán.

En esta región, los terroristas asesinaron a miles de personas por motivos étnicos y religiosos, como sucedió con el genocidio contra la comunidad yazidí. También arrasaron poblaciones enteras y secuestraron a centenares de mujeres para convertirlas en esclavas sexuales

La mayoría de mujeres que viven en Jinwar huyeron de la persecución del Estado Islámico. Muchas han encontrado refugio en esta comunidad porque se trata, precisamente, de un entorno sin hombres donde se sienten seguras y saben que su voz no será silenciada.

En ese sentido, la derrota del Estado Islámico no es solo una derrota contra un régimen terrorista, sino también contra una mentalidad represiva y discriminatoria que excluye a las mujeres de la vida pública (no pueden estudiar, votar u ocupar cargos públicos). Por ese motivo, las autoridades y las milicias kurdas son un caso único en la región.

Derechos de las mujeres en el mundo árabe

En Jinwar hay mujeres que huían de la guerra, pero también otras que fueron obligadas a casarse siendo menores y que no querían seguir viviendo sometidas a los abusos y malos tratos de sus maridos. 

El matrimonio infantil y/o forzado es una práctica habitual en algunos países y regiones de Oriente Medio, sobre todo en las zonas rurales más pobres, donde las niñas no tienen acceso a una educación. A menudo estas niñas son vistas como un recurso económico para las familias más pobres, que las prometen en matrimonio a hombres mayores a cambio de una dote. Es lo que está sucediendo en Afganistán tras la llegada de los talibanes al poder

La represión de las mujeres y la discriminación de género están establecidas por ley en muchos países árabes. En Arabia Saudita, por ejemplo, las mujeres no pueden expresarse libremente y deben contar con el permiso de su guardián (padre, marido, hermano) para estudiar o viajar fuera del país, por ejemplo. 

Algunas de estas leyes van adaptándose para promover a las mujeres en las sociedad, pero la realidad es que la tradición está muy arraigada en muchos lugaresy las mujeres siguen siendo consideradas ciudadanas de segunda, que no tienen los mismos derechos y libertades.

En este contexto, la figura de las mujeres kurdas sobresale como una excepción en el mundo árabe: tienen derecho a decidir sobre su vida y luchan con las milicias para defender su identidad, su cultura y su idioma, demostrando que pueden protegerse ellas mismas sin necesidad de ningún hombre.

Últimas noticias

- Contenido patrocinado -