19 abril 2024
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19 abril 2024

La vacuna de AstraZeneca, en el punto de mira

Varios países suspenden el uso de la vacuna por sus posibles efectos secundarios, mientras la OMS afirma que es segura

Alemania y Francia anunciaron este lunes que suspendían el uso de la vacuna AstraZeneca, desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica AstraZeneca para prevenir la covid-19. Poco después, países como Italia y España tomaban la misma decisión. Se sumaban así a Dinamarca, Noruega e Islandia, que ya habían suspendido la vacuna la semana pasada.

Todos estos países han tomado la decisión después de descubrir que algunas personas vacunadas con AstraZeneca han desarrollado un tipo de trombosis (coágulos en la sangre) muy poco frecuente y peligrosa, ya que se produce en el cerebro.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aseguran que estos casos son muy puntuales y que no se pueden vincular directamente a la vacuna.

De hecho, de los 17 millones de personas que ya han recibido una dosis de esta vacuna en el Reino Unido y la Unión Europea, solamente se han registrado menos de 40 casos de coágulos, según datos de AstraZeneca.

Los expertos de seguridad en vacunas de la OMS y la EMA  se reunirán para analizar el caso y se espera que den a conocer sus conclusiones en los próximos días. Ambos organismos defienden que la vacuna de Oxford debería seguir usándose para no entorpecer el proceso de vacunación en Europa, donde la tercera ola de la pandemia esta afectando especialmente países como Francia o Italia.

Ante esta situación, los expertos temen que crezca el número de escépticos y antivacunas, que cuestionan la efectividad de las vacunas y consideran que son más perjudiciales que beneficiosas para la salud.

¿Qué tipos de vacunas existen?

Una vacuna es un preparado que se administra para generar inmunidad contra una enfermedad: entrenan nuestro cuerpo para que reconozca los patógenos (virus, bacterias o microorganismos) que provocan las enfermedades y así poder defenderse.

Generalmente, las vacunas introducen en el organismo una versión debilitada o destruida de los patógenos o una parte (como una proteína). Existen diferentes tipos de vacunas que se distinguen por la forma de producirlas o la manera en la que el sistema inmunitario responde al patógeno.

Las vacunas de virus vivos utilizan la forma debilitada del virus y crean una respuesta inmunitaria fuerte y de larga duración. Las vacunas muertas (inactivadas) se elaboran a partir de una proteína u otros pequeños fragmentos de un virus o bacteria. La inmunidad es menor que las vacunas de virus vivos y por eso se necesitan varias dosis

Las vacunas de ARN mensajero como Pfizer o Moderna son un nuevo tipo de vacunas que, en lugar de introducir un patógeno debilitado, inyecta instrucciones a nivel molecular para que el propio organismo humano lo produzca. De esta forma, el cuerpo reconoce este elemento como extraño y se defiende, generando inmunidad.

Cada célula de nuestro organismo contiene una molécula de ADN con información sobre las funciones que debe realizar, por ejemplo: defender el organismo o transportar oxígeno en la sangre. En las vacunas de ARN mensajero, la secuencia de ARN contiene las instrucciones para producir una proteína similar al coronavirus SARS-CoV-2 y así el cuerpo sepa reconocerlo y combatirlo.

Astrazeneca utiliza una técnica más tradicional: introduce un tipo de virus del resfriado (adenovirus) que ha sido alterado genéticamente para provocar la reacción del sistema inmunitario. Tiene una eficacia de inmunización menor que Pfizer o Moderna, pero es más barata de producir y conservar.

Los países pobres, los más perjudicados

La aparición de las vacunas contra la covid-19 ha vuelto a poner de relieve la gran desigualdad que existe en el mundo. Mientras los países ricos pueden permitirse rechazar partidas de vacunas, en las zonas más desfavorecidas apenas han empezado a llegar viales para la vacunación.

A día de hoy más de 200 millones de personas han recibido una dosis, la gran mayoría en los países occidentales. Israel encabeza la lista con diferencia y ya ha vacunado al 48% de su población. Le siguen los Emiratos Árabes con un 22% de la población, mientras que Estados Unidos ha vacunado al 11% de su población.

Sin embargo, la OMS ya ha alertado de que los grandes perjudicados por la estrategia de vacunación global son los países en desarrollo, que no disponen de tantos recursos económicos y no pueden competir con los países ricos para adquirir las vacunas.

En enero de 2021, el director general de la OMS, Tedros A. Ghebreyesus, denunció que de los 39 millones de dosis administradas hasta entonces, solo 25 dosis fueron en países pobres (un 0,00006% del total).

En la última reunión del G7 (el grupo de los siete países más ricos del mundo), los líderes políticos se comprometieron a ayudar y, de momento, destinarán 7.500 millones para financiar la vacunación en países en desarrollo.

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