Varias ciudades chinas imponen restricciones y confinamientos para evitar una propagación masiva del virus
La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció a mediados de septiembre que el final de la pandemia de covid estaba cerca. A día de hoy, todavía existen casos de contagio en todos los países del mundo, pero las vacunas han permitido contener la propagación del virus y evitar medidas más restrictivas, como confinar a la población o cerrar los negocios.
No obstante, parece que la situación podría haber empeorado en China, donde el aumento de casos está desbordando los servicios médicos y las autoridades de varias regiones. El gobierno chino informó el lunes de 28.127 nuevos contagios, la cifra más alta desde abril, y ha confirmado las primeras muertes por covid en meses.
En Pekín, los casos aumentan día a día. La capital de China tiene más de 21 millones de habitantes y las autoridades temen que el virus pueda volver a extenderse rápidamente, por eso han cerrado parques, centros comerciales y espacios públicos, han cancelado las clases y han pedido a la ciudadanía que se mantenga aislada en sus casas.
Muchas ciudades chinas superan los 10 millones de habitantes, lo que supone un riesgo para que se produzca un contagio masivo. Por eso se han puesto en marcha pruebas masivas entre la población, además de confinar edificios enteros en los que se había detectado algún caso de covid entre los inquilinos.
Las nuevas medidas han topado con el malestar de la población china, que después de dos años y medio de pandemia todavía no ha recuperado la normalidad. En Cantón, una importante ciudad portuaria al sureste del país, centenares de personas se saltaron los controles obligatorios y se enfrentaron a las autoridades.
Las imágenes demuestran que una parte de la población se opone a las políticas de “covid cero” impulsadas por el gobierno chino, a pesar de que las autoridades mantienen un control férreo contra cualquier tipo de crítica u oposición a las políticas oficiales.
La estrategia de “covid cero”
Los primeros casos de coronavirus se detectaron en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019. En aquel momento, todavía no se sabía exactamente qué era aquella enfermedad ni cómo se contagiaba, pero el virus se extendió rápidamente por todo el mundo. En marzo de 2020, la OMS declaraba la situación de pandemia.
China ha sido uno de los países más afectados por el covid. Se trata del país más poblado del mundo: tiene más de 1.400 millones de habitantes y eso dificulta las tareas de vigilancia y control del virus en todo el territorio.
Por eso, desde el inicio de la pandemia, las autoridades chinas han aplicado restricciones muy severas para evitar el colapso del sistema sanitario: desde confinar ciudades enteras hasta cerrar las fronteras e imponer protocolos de entrada con cuarentenas obligatorias para cualquier visitante extranjero.
Este conjunto de medidas se conoce como “estrategia covid cero”. El gobierno chino presumió de que estas políticas le habían permitido controlar los contagios y, al mismo tiempo, proteger la economía del país, que era una de las principales preocupaciones.
No obstante, casi tres años después, el virus sigue sin estar del todo controlado y las restricciones empiezan a afectar la moral de la población. A lo largo de 2022, las restricciones y confinamientos han vuelto a imponerse en China debido a la aparición de nuevas variantes del virus, como la ómicron.
El gigante asiático
China se conoce con el sobrenombre de “el gigante asiático” porque es el país más grande del continente asiático (después de Rusia, que se distribuye entre Europa y Asia) y, además, también es una de las principales economías del mundo.
Las restricciones y confinamientos impuestos durante los meses más duros de la pandemia afectaron a todos los países del mundo, que vieron como su economía disminuía: se perdían puestos de trabajo, cerraban negocios, había menos turismo e ingresos... Muchos todavía se están recuperando.
No obstante, China fue el único país que consiguió mantener el crecimiento económico durante los dos primeros años del covid. Esto lo convierte también en uno de los países más ricos e influyentes del mundo.
Aun así, la economía china empieza a mostrar síntomas de agotamiento después de tres años de pandemia. Los comercios locales han tenido que recuperarse de varios cierres y esto ha mermado su actividad; una parte de la población subsiste a base de sus ahorros, pero estos empiezan a acabarse; muchas empresas se ven obligadas a cerrar por la falta de suministros…
Esta crisis económica también afecta a empresas multinacionales de otros países que tienen sus fábricas en China. Es el caso de grandes tecnológicas como Apple, que ha interrumpido la fabricación de teléfonos en la planta de Zhengzhou porque los trabajadores se niegan a ir (por miedo a los contagios).
A nivel global, una caída de la economía china puede provocar un efecto dominó en el resto de economías: si las empresas chinas producen menos, los inversores pueden retirar su dinero y esto haría caer las acciones en las bolsas de Shanghai y Hong Kong, pero también de otros países. La caída del gigante asiático podría sentirse en todo el mundo.