27 noviembre 2024
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27 noviembre 2024

Manifestaciones contra la masificación turística

Miles de personas han salido a la calle en ciudades como Palma de Mallorca, Barcelona o Málaga para protestar contra el turismo masivo

En las últimas semanas, miles de personas de diferentes ciudades españolas se han manifestado contra la masificación turística. En Palma (Mallorca), fueron más de 20.000 las que salieron a la calle el pasado 21 de julio para protestar contra el impacto del turismo masivo en la isla.

Los ciudadanos alzaron la voz contra la pérdida de calidad de vida, la congestión de playas y carreteras, el ruido y el aumento del precio de la vivienda; todos problemas agravados por la cantidad de turistas que las islas Baleares reciben cada año, especialmente en los meses de verano. Solo en 2023, 17,8 millones de turistas visitaron alguna de estas islas.

La manifestación en la capital mallorquina no ha sido la única. En Barcelona también se han manifestado. Las asociaciones convocantes exigieron al gobierno reducir la oferta de alojamiento turístico y el número de cruceros, así como mejorar las condiciones laborales del sector turístico y limitar las terrazas de los bares y restaurantes. 

En Málaga, donde también han salido a la calle, centraron sus protestas en el problema de la vivienda. El aumento de los pisos turísticos en la ciudad andaluza está generando muchas dificultades para que los residentes puedan acceder a una vivienda. Según los manifestantes, se está “expulsando” a los vecinos de los barrios para acoger más turistas.

El impacto del turismo

El turismo tiene un impacto multifacético en las ciudades. Esto quiere decir que ofrece tanto un impacto positivo como negativo a los lugares en los que se desarrolla esta actividad. 

No podemos olvidar que el turismo es una actividad económica. Como otras actividades, el turismo genera ingresos significativos para las ciudades a través del gasto en hoteles, restaurantes, atracciones turísticas y tiendas. Al mismo tiempo, crea numerosos empleos en sectores como la hostelería o el transporte, entre otros.

Sin embargo, el turismo también tiene efectos negativos tanto en las comunidades locales como en el medio ambiente. La actividad turística puede conllevar a la gentrificación, incrementando los precios de los bienes y servicios y desplazando a los residentes locales a zonas más alejadas.

La congestión y las aglomeraciones de turistas también afecta al entorno ambiental. El turismo excesivo puede dañar ecosistemas y áreas naturales protegidas, degradando el hábitat de especies animales y vegetales; al mismo tiempo que puede aumentar la contaminación que sufren tanto las personas como el medioambiente.

El poder de las redes sociales

En los últimos años, las redes sociales han jugado un papel clave en la forma en que hacemos turismo. Las fotografías de Instagram y los vídeos publicados en TikTok sobre destinos turísticos espectaculares se viralizan cada vez con más rapidez. El problema es que muchos usuarios organizan sus vacaciones influenciados por estas publicaciones.

Los turistas quieren replicar esas fotografías y vídeos, o ver con sus propios ojos lo que hasta ahora solo podían ver a través de sus teléfonos. Y entonces se crea un efecto dominó: cada vez se publica más contenido sobre estos destinos turísticos, lo que a su vez anima a más turistas a visitar estos lugares.

Esto tiene una consecuencia directa en las ciudades: su saturación. Las infraestructuras locales, muchas veces diseñadas para soportar un número limitado de visitantes, se ven desbordadas, generando problemas como congestión de tráfico, largas colas en atracciones turísticas, y una mayor presión sobre los servicios públicos y sanitarios.

¿Cómo se soluciona esta problemática? La respuesta no es sencilla. Es necesario encontrar un equilibrio que permita a los turistas disfrutar de estos lugares sin comprometer su sostenibilidad y bienestar. Hay que promover otra forma de hacer turismo, más sostenible y respetuosa.

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