La industria textil, una de las más contaminantes del mundo, busca alternativas para ahorrar recursos y ser más respetuosa con el medio ambiente
Con cada nueva estación, las grandes marcas de ropa presentan nuevas colecciones para la siguiente temporada. La fast fashion o moda rápida se ha convertido en un problema global: la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, tan solo por detrás de la industria petrolera, según informan las Naciones Unidas (ONU).
Además, los datos de la ONU revelan que ahora compramos un 60% más de ropa que hace diez años: eso significa que tenemos 5 veces más ropa de la que tenían nuestros abuelos. Esta acumulación es otra de las consecuencias de la moda rápida, un modelo de producción basado en la reducción de los costes, la baja calidad de la ropa y peores derechos para las trabajadoras de la confección, que en su gran mayoría son mujeres.
Para obtener los materiales, procesar los tejidos, confeccionar la ropa y distribuirla hasta las tiendas se consumen toneladas y toneladas de recursos materiales y energéticos. Así, todo el proceso de producción y comercialización de la ropa produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos, por ejemplo.
La contaminación de la moda, en cifras
Según los datos de Naciones Unidas, el sector textil es responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, que provocan un aumento de la temperatura del planeta y agravan las consecuencias del cambio climático. Además, se calcula que el 30% de los residuos plásticos en los océanos proceden también de esta actividad.
Para fabricar una sola camiseta de manga corta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua limpia, lo que equivale a las necesidades de agua potable de una persona durante dos años y medio; mientras que el proceso de confección de unos vaqueros consume unos 7.500 litros de agua, el equivalente a lo que bebe una persona adulta en siete años.
Otro de los problemas del consumo masivo de ropa es la inmensa cantidad de residuos textiles que se generan. Del total de la fibra utilizada para la confección, el 87% acaba en vertederos o incinerada, según datos de la Fundación Ellen McArthur, una organización que promueve la moda sostenible.
Un ejemplo de ello es la montaña de ropa desechada que se acumula en medio del desierto de Atacama (Chile). Cada año llegan a Chile miles de toneladas de ropa y zapatos procedentes de Estados Unidos, Canadá o Europa, con el objetivo de venderse como prendas de segunda mano por América Latina; el problema es que la gran mayoría no llega a venderse y acaba en este vertedero improvisado en medio de un espacio natural.
Dependiendo del tejido con el que esté fabricada, la ropa puede tardar 200 años en descomponerse y es tan tóxica para el entorno natural como los neumáticos o los materiales plásticos. Cada año se tiran 5,8 millones de toneladas de ropa en Europa y, según datos de la Unión Europea, solo se recicla una cuarta parte.
Iniciativas de moda más sostenibles
Hasta hace poco, las marcas de moda sostenible eran pequeñas compañías emergentes. No obstante, en los últimos años, gigantes de la moda como Inditex, H&M o Mango han puesto en marcha algunas medidas como el desarrollo de colecciones verdes, el diseño de tiendas con materiales reciclados o sistemas de recogida de prendas usadas.
Otras marcas también han iniciado sus propios proyectos de sostenibilidad. Levi’s, la marca de tejanos más famosa del mundo, ha presentado una colección que incorpora tejidos hechos con botellas y bandejas de plástico recicladas. La marca de equipamiento deportivo The North Face ha anunciado una nueva estrategia para producir todos sus productos con tejidos reciclados, recuperados, ecológicos o de origen renovable para el año 2030.
Por otro lado, marcas como Dior y Adidas se han sumado a Parley, un colectivo de artistas que trabajan para preservar los océanos a través de sus obras de arte y creatividades.
Los gobiernos también empiezan a actuar contra el derroche de la moda rápida. Francia aprobó en 2020 una ley que prohíbe destruir los productos no vendidos para limitar la generación de residuos. En Catalunya, el gobierno regional está trabajando en una ley que obligará a las tiendas de más de 1.200 m2 a reservar un espacio para la ropa de segunda mano.
La moda justa y sostenible pasa por que los fabricantes escojan las materias con conciencia y presten atención al impacto de la producción sobre el medio ambiente. Pero también por incentivar el reciclaje de prendas, pagar salarios justos y promover una economía circular que ahorre materiales y recursos para proteger el planeta.
Por último, debe haber consumidores responsables e informados, conscientes de que cada prenda de ropa tiene unos efectos sobre el planeta. Por eso es importante apostar por tejidos reciclados y ropa duradera, evitar la moda rápida y ser más críticos con nuestros hábitos de consumo.