17 noviembre 2024
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17 noviembre 2024

Rusia corta el gas a Polonia y Bulgaria

El gobierno ruso corta el suministro a estos dos países tras negarse a pagar en rublos como protesta por la guerra de Ucrania 

Rusia ha decidido cortar el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, cuyos gobiernos se habían negado a pagar en rublos, una condición impuesta por el gobierno ruso. Polonia importa la mitad del gas desde Rusia, mientras que el 90% del gas que se consume en Bulgaria procede de este país.

Ahora, ambos países deberán buscar alternativas para seguir abasteciendo a la población. En Polonia, la compañía estatal de gas PGNiG ha informado de que podrá mantener el servicio porque las reservas subterráneas están casi llenas (80%). Además, con la llegada del buen tiempo, la demanda de gas disminuirá.

El gobierno polaco también buscará fuentes de suministro alternativas para no depender del gas ruso. De momento ha empezado a comprar gas a Qatar, y a partir del 1 de mayo comenzará a operar un nuevo gasoducto desde Lituania

Además de importar gas de otros países, Polonia también dispone de un terminal de gas natural licuado en Swinousjcie, en el norte del país. De todos modos, podrían ser meses duros para Polonia, que podría verse obligada a imponer restricciones y limitar el consumo de gas a las grandes industrias. 

Bulgaria, por su parte, tiene una mayor dependencia de Gazprom, la principal compañía de gas rusa y una de las empresas más ricas del mundo. El gobierno búlgaro ha anunciado que por ahora no restringirán el servicio, pero tomarán medidas para encontrar fuentes alternativas. 

¿Por qué Rusia exige el pago de la energía en rublos? El rublo es la moneda oficial de Rusia y, cuantas más compras y transacciones se realizan utilizando esta moneda, más aumenta su valor a nivel global. Hasta ahora, los países compradores de gas y petróleo ruso pagaban en euros o dólares, pero ahora el gobierno de Putin ha impuesto la moneda rusa para combatir las sanciones económicas de la guerra en Ucrania.

Por otro lado, Rusia es el mayor productor de gas del mundo por delante de Irán, Qatar y los Estados Unidos. Esto supone una gran ventaja para el gobierno ruso, que utiliza la energía como arma política para presionar a otros países. 

La dependencia energética de Rusia

Por proximidad geográfica, los países europeos son los más dependientes del gas ruso. La invasión de Ucrania por parte de Rusia y el apoyo de la Unión Europea (UE) al gobierno ucraniano han enfrentado a ambas partes y han convertido el suministro de gas en una de las grandes preocupaciones económicas desde que empezó la guerra. 

La Unión Europea importa aproximadamente el 40% del gas, el 27% del petróleo y el 46% del carbón de Rusia, según datos oficiales. Esto implica una dependencia energética muy grande, por eso las autoridades de la UE quieren reducir el consumo de energía rusa.

El plan REPowerEU tiene como objetivo que Europa sea independiente de los combustibles fósiles rusos antes de 2030. Para conseguirlo, se aumentarán los suministros de otros países como Noruega, Argelia, Azerbaiyán, Qatar o Estados Unidos. Por otro lado, también se promoverá el uso de energías renovables (eólica, solar, nuclear).

Aun así, el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que promueve el desarrollo económico a nivel global, ya ha advertido de que no habrá gas suficiente para Europa si se corta el suministro ruso.

Alemania es uno de los países europeos con mayor dependencia de la energía rusa, ya que importa un tercio del petróleo que consume, cerca del 45% del carbón y un 55% del gas. A pesar de condenar la invasión rusa de Ucrania, el gobierno alemán también ha recibido muchas críticas por no reducir el consumo de energía de este país.

Mientras tanto, Rusia compensa las sanciones o un posible veto a su gas vendiendo combustible a países que se han mantenido neutrales ante la guerra en Ucrania, como China, Pakistán o la India, entre otros.

La inflación provocada por la guerra

La crisis del gas ruso ha provocado un aumento en el precio de los combustibles, pero también tiene otras repercusiones económicas. La subida del precio de la gasolina implica que el transporte de productos también sea más caro y, como consecuencia, también aumenta el precio en los supermercados, las tiendas, los restaurantes… todo está conectado.

Este concepto se conoce como inflación: el aumento de precios de los productos y servicios durante un periodo de tiempo prolongado. En España, por ejemplo, la inflación se disparó al 9,8% durante el primer mes de guerra, lo que significa que los precios eran un 10% más caros que en la misma fecha del año anterior. Esto afecta el nivel y la calidad de vida de la población.

En los últimos meses, los precios ya habían subido debido a diferentes factores: la pandemia de covid, la escasez de fuentes de energía, los problemas en el transporte y el suministro…  La guerra en Ucrania ha empeorado todavía más esta situación, no solo en Europa sino en todo el mundo.

El enfrentamiento entre la Unión Europea y Rusia por la guerra en Ucrania no solo aumenta el precio del gas ruso, sino que otros países proveedores pueden aprovechar la crisis para subir los precios al mejor postor. Esto también contribuye a aumentar la inflación.

Rusia también es un importante productor de otras materias primas como el níquel y el aluminio, muy utilizados en la fabricación industrial, así como de cereales como el trigo y el maíz. Las sanciones económicas restringen la compra de estos productos a Rusia y, al haber menos oferta disponible, el precio aumenta a nivel global.

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