Personalidades rusas y ciudadanos anónimos se manifiestan públicamente contra el conflicto y el gobierno de Vladímir Putin
Tres semanas después del inicio de la invasión rusa en Ucrania, la guerra ha provocado miles de muertos y más de tres millones de personas refugiadas se han visto obligadas a abandonar su hogar sin saber cómo será su futuro. La comunidad internacional se ha posicionado al lado del gobierno ucraniano y ha denunciado el ataque del ejército ruso.
Sin embargo, dentro de Rusia, la versión de los hechos es muy distinta. El presidente ruso, Vladímir Putin, mantiene una estricta censura informativa y difunde su propia versión de la historia: los periodistas tienen prohibido utilizar la palabra “guerra” o “invasión” y deben hablar de “operación militar especial”.
Los medios que incumplen esta medida se enfrentan a multas de miles de euros y los contenidos críticos con el gobierno pueden ser eliminados. Varios medios independientes han sido bloqueados y ya no pueden emitir, mientras que más de 150 periodistas han huido de Rusia por miedo a represalias.
Controlar la información y reprimir la libertad de prensa es una forma de controlar a la población. Sin embargo, cada vez hay más ciudadanas y ciudadanos rusos que se atreven a desafiar a las autoridades para mostrar su oposición al régimen de Putin.
La periodista Marina Ovsyannikova irrumpió durante la emisión del informativo del Canal 1, uno de los más seguidos del país, con un cartel donde se podía leer: “No a la guerra. No te creas la propaganda”. Ovsyannikova fue detenida e interrogada durante 14 horas. Pudo salir de comisaría después de pagar una multa, pero aún no se sabe si será juzgada por su protesta.
En todo el país, más de 15.000 personas han sido detenidas por atreverse a protestar contra la guerra, según el portal de información independiente Ovd-info. Las detenciones se han hecho en ciudades de todo el país, lo que muestra que el movimiento opositor está muy extendido.
El político y activista Alexei Navalny, que se encuentra en prisión desde enero de 2021, ha llamado a la población rusa a movilizarse y tomar las calles para protestar contra el presidente ruso. Navalny solo puede publicar en redes sociales a través de sus abogados, ya que el gobierno prohibió sus organizaciones.
Protestas en el mundo de la cultura y la ciencia
La bailarina principal del Teatro Bolshoi de Moscú, Olga Smirnova, se ha posicionado en contra de la guerra y ha decidido abandonar el país. El Bolshoi es una de las compañías de ballet más prestigiosas del mundo, y ahora Smirnova se ha trasladado hasta Holanda para incorporarse a la compañía de danza nacional.
Algunos cineastas rusos también han expresado su oposición a la invasión de Ucrania y han pedido apoyo a la comunidad internacional. Entre ellos, Alexander Rodnyansky, productor de películas como Leviatán (2014) y Sin amor (2017), que ha declarado sentirse "insoportablemente avergonzado" y “profundamente triste" por la situación.
En el ámbito científico, más de 5.000 científicos se han adherido al manifiesto de Mikhail Gelfand, bioinformático del Instituto Skolkovo de Moscú, que publicó una carta abierta donde calificaba la guerra como “injusta” e “insensata”. Entre los firmantes hay varios miembros de la Academia Rusa de Ciencias.
Sin embargo, Putin también tiene a sus defensores, algunos de ellos muy populares dentro y fuera de Rusia. Es el caso de la cantante de ópera rusa Anna Netrebko, que siempre se ha mostrado muy próxima al régimen ruso. Netrebko se ha definido como “apolítica” y no ha querido censurar explícitamente la invasión de Ucrania. Su ambigüedad ante el conflicto le ha valido muchas críticas y algunos grandes teatros de ópera, como el de Múnich o el de Nueva York, cancelaron sus conciertos. Finalmente, la cantante ha anulado todas sus actuaciones hasta el mes de julio.
También el prestigioso director de orquesta ruso Valeri Guérguiev, cuya colaboración con Putin es pública y notoria, se ha negado a pronunciarse contra la guerra: todos sus compromisos musicales fuera de Rusia han sido cancelados.
La guerra llega a las competiciones
La guerra en Ucrania ha dado lugar a numerosas sanciones económicas contra Rusia, con el objetivo de presionar al gobierno y las empresas rusas para detener la guerra. Del mismo modo, las grandes instituciones y competiciones deportivas también han actuado para presionar a Putin.
La Federación Internacional de Clubes de Futbol (FIFA) y la Unión Europea de Clubes de Fútbol (UEFA) han eliminado a los equipos rusos de las competiciones, igual que la Euroliga de Baloncesto. Asimismo, la selección nacional de Rusia ha quedado fuera de la clasificación para el Mundial de Qatar que debe celebrarse en noviembre.
Varios deportistas rusos han desafiado la censura del gobierno ruso y han mostrado su solidaridad con Ucrania. Es el caso de la tenista rusa Anastasia Pavlyuchenkova, número 14 del ránquing femenino de la ATP, o del tenista ruso Andrey Rublev, número 7 de la ATP, quien escribió “No a la guerra” en la cámara tras ganar un partido en Dubái.
El ruso Daniil Medvedev, tenista número 1 del mundo, también se ha visto envuelto en la polémica por su falta de contundencia a la hora de posicionarse contra la guerra.
En un torneo celebrado en febrero, Medvedev dijo estar a favor de la paz, pero ahora algunas autoridades (como la Federación Ucraniana de Tenis) le piden que sea más explícito en su denuncia contra la guerra y contra Putin. La organización del torneo de Wimbledon, uno de los cuatro torneos Grand Slam, se está planteando la posibilidad de prohibir su participación.
Aun así, el mundo del deporte ha dejado imágenes de solidaridad y amistad entre rusos y ucranianos en todo el mundo.