El ataque se ha llevado a cabo días después de que el presidente Joe Biden autorizara el uso de estos misiles en territorio ruso
El Ministerio de Defensa de Rusia ha confirmado que el pasado martes 19 de noviembre recibió el primer ataque ucraniano con misiles fabricados en Occidente en su territorio. Es la primera vez desde que empezó la guerra que Ucrania ataca al país liderado por Vladímir Putin con este tipo de armas.
El ataque fue dirigido hacia un almacén de municiones en la región de Bryansk, en el suroeste de Rusia. El Ministerio ruso dijo en un comunicado que Kiev utilizó seis misiles balísticos de largo alcance, conocidos como Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS). Todos ellos eran de fabricación estadounidense.
El gobierno de Volodímir Zelenski llevaba meses pidiendo a sus países aliados que le permitieran atacar objetivos militares en territorio ruso con misiles occidentales. Sin embargo, estos le habían negado hasta ahora esta posibilidad por miedo a la reacción de Rusia y su ejército.
Hace apenas unos días, la situación cambió. La Casa Blanca, todavía liderada por Joe Biden, dio luz verde al ejército ucraniano, autorizándolo para atacar a Rusia con misiles fabricados en Estados Unidos. La autorización ha cambiado el rumbo de la guerra, pues nunca antes se había llevado a cabo un ataque de estas características por parte de Ucrania.
La respuesta de Putin
El gobierno ruso no ha tardado en responder. Tras conocer la autorización de Estados Unidos a Ucrania, el presidente Vladimir Putin aprobó una actualización de la doctrina nuclear rusa, que establece las condiciones bajo las cuales su país podría emplear armas nucleares.
La nueva doctrina establece que Rusia podría usar estas armas contra un país con armamento que no lo ataque directamente, pero que ayude a otro país que sí lo haga. Es una referencia clara a Estados Unidos y su apoyo a Ucrania. Además, señala que será suficiente una “amenaza crítica para la soberanía de Rusia” para que el ejército responda.
Desde que comenzó la guerra, Putin ha declarado que cualquier ataque con misiles occidentales a su territorio será entendido como la entrada en la guerra de la OTAN. Tras el ataque ucraniano de esta semana, los analistas políticos tienen dudas sobre qué pasará ahora.
Putin podría responder con una escalada del conflicto, aumentando sus ataques contra Ucrania e incluso atacando a otros países de la OTAN. Sin embargo, también podría esperar a que Donald Trump tome el poder. El nuevo presidente ha amenazado con recortar la ayuda a Ucrania y negociar un acuerdo de paz que se espera que favorezca a Rusia.
Por lo pronto, esta semana, varios cables submarinos de telecomunicaciones ubicados en el mar Báltico han sufrido daños y roturas. Aunque todavía no se sabe con certeza cómo se han producido los desperfectos, diferentes países afectados apuntan a un posible acto de sabotaje por parte de Rusia como respuesta a la situación actual.
1.000 días de guerra
El ataque de Ucrania coincide con que esta semana se cumplen 1.000 días desde el inicio del conflicto. Esta guerra, que empezó el 24 de febrero de 2022 con la invasión del ejército ruso, es uno de los conflictos armados en desarrollo que más preocupan a escala global.
Según datos de las Naciones Unidas (ONU), unos 12.160 civiles han muerto y al menos 26.910 han resultado heridos desde que empezó la guerra. El conflicto ha dejado otras consecuencias devastadoras: más de 3.400 escuelas y hospitales han sido dañados o destruidos y 10 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares.
Entre toda la población afectada, también hay millones de niños y niñas que están sufriendo la guerra. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala en una nota de prensa que el conflicto ha dejado 659 menores fallecidos y 1.747 heridos. De media, 16 niños mueren o resultan heridos cada semana en toda Ucrania.
Los que sobreviven, viven con miedo constante. Unicef advierte en su nota que muchos de ellos pasan varias horas al día refugiándose en sótanos de los ataques del ejército mientras suenan las sirenas antiaéreas. Esta situación dejará graves secuelas psicológicas en los más pequeños.
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