2 mayo 2024
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2 mayo 2024

Viñarock y Villarrobledo, una unión indisoluble

Patricia Barchín Gutiérrez, Aitor Cañadas Buendía, Laura Casero Collado, Pablo Collado Lozano, David García Caballero, Héctor Haro Ruiz, Javier Herrera Ortiz, Elena Herreros Clemente, Andrés López Ramón, Sara Martínez Moya, Miguel Mecinas Vitoria, Sheila Moya Moya, Sandra Ortega Rodríguez, José Miguel Ortiz Cortés, Bianca Sabadus, Irene Valero Requena.

Estamos a principios de abril y la actividad en Villarrobledo, localidad de 25000 habitantes situada en el corazón de La Mancha, es frenética. Desde las viviendas del barrio de los pintores, donde está situado el recinto del festival Viñarock, se puede ver a los trabajadores montando los seis escenarios que albergarán los conciertos en los que actuarán medio centenar de artistas. Cuando acabe el mes se calcula que más de 240000 personas habrán pasado por la zona donde se celebra el ‘Viña’, como familiarmente se le ha apodado.

Las cifras que rodean al festival que se celebra en la ciudad con el ‘mayor viñedo del mundo’ son siempre mareantes. En la edición de 2022 el informe refleja que se crearon más de 2000 empleos directos y generó un impacto de 22 millones de euros. Un festival como el Viñarock no se organiza en dos días. Desde el ayuntamiento afirman comenzar a trabajar en la siguiente edición desde el mismo momento en que finaliza la anterior. Dos meses antes del evento comienza la fase intensiva, en la que trabajan cerca de 1.000 personas desde que se inicia la organización del evento y el montaje hasta que queda todo recogido.

Comercios, bares, restaurantes y supermercados hacen acopio ante la previsión de una edición histórica. La experiencia es un grado y llenan sus almacenes de refrescos, cervezas y agua, los productos más solicitados. La pequeña panadería de barrio aumentará la producción de pan y bollería. Desde el restaurante Los Viñedos, situado en la avenida que comunica la zona de acampada con el festival, se preparan a conciencia para la avalancha ampliando horario, igual que el supermercado más cercano. Todos saben que el viernes y el sábado habrá larguísimas colas para entrar.

Con las entradas ya agotadas, muchos hogares abrirán sus puertas para dar servicios varios: desde una ducha hasta cargar el móvil, agua, hielo o protector solar. Todo por un módico precio. Otros recibirán familiares, amigos, amigos de amigos… Es imposible encontrar hotel en kilómetros a la redonda y las inmobiliarias buscan desesperadamente pisos en alquiler para la semana de conciertos. Pero, de alguna manera, los inconvenientes de vivir en la zona de conciertos (calles cerradas al tráfico, controles de acceso a barrios enteros, parques y campos convertidos en zonas de acampada improvisadas…) se obvian cuando hablamos del Viñarock. La expectación y la alegría invaden las calles.

En el patio del instituto, dos jóvenes hablan: ¿Vas a acampar este año? Y es que, incluso aunque uno no comparta estilo musical, el ambiente es uno de los puntos fuertes del viñarock. Disfrutar con los amigos y vivir desde el corazón del festival la experiencia es una tentación irresistible. La ventaja es poder ir a casa a ducharse, cambiarse de ropa o descansar un rato en condiciones. Eso no significa que los jóvenes no tengan una visión crítica: comentan entre ellos que deberían mejorarse las zonas de los baños, se quejan del agobio de la multitud en los conciertos de los artistas punteros o de la escasez de comida vegana. Pero han nacido cuando el Viñarock ya era un referente y se nota en el cariño con el que hablan. Valoran fundamentalmente la variedad de estilos musicales, que se haya ido abriendo paso la música urbana (de la que piensan que debería tener incluso más presencia) y la oportunidad de conocer gente de diferentes puntos de España. ¡Hasta desearían que durara más días!

No solo los jóvenes opinan, también los más mayores se involucran y no dudan en ofrecer sus puntos de vista. Nadie discute en la ciudad la importancia del festival. Nos encontramos con alguien que cuenta con nostalgia cómo nació el viña, de la mano de un puñado de músicos locales que querían promocionar sus grupos y tuvieron la feliz idea de organizar un festival en el campo de fútbol. El ayuntamiento, de la mano del concejal Argimiro Martínez, apoyó la causa. Y ya han pasado 26 convocatorias desde entonces. Aquellos jóvenes peinan canas, aunque alguno de ellos sigue dándole a la guitarra. Lo único que sigue quedando de aquella primera edición de andar por casa es la presencia de grupos locales en el cartel y el nombre del concejal en uno de los escenarios centrales.

Uno de los grupos locales que tocará este año, Ratizida, nos cuenta que el proceso de selección es largo y se hace a través del centro joven del ayuntamiento de Villarrobledo. Cada artista local presenta su solicitud y se realiza un baremo en función de su actividad musical: temas estrenados en plataformas y redes sociales, grabación de discos o número de conciertos realizados son los que más puntos aportan. Ellos darán el pistoletazo de salida a los conciertos el viernes, 28, a las cuatro y media de la tarde, durante media hora. Algo habitual para los grupos locales, que reivindican más presencia en el cartel y recuerdan cómo comenzó esto: para promocional la música y los grupos locales. Y, más que esperar que les sirva de plataforma para darse a conocer, lo viven como una experiencia a disfrutar: tocar en un entorno muy profesional rodeados de técnicos especializados frente al circuito de bares y salas pequeñas donde todo es autogestionado.Uno de los grupos locales que tocará este año, Ratizida, nos cuenta que el proceso de selección es largo y se hace a través del centro joven del ayuntamiento de Villarrobledo. Cada artista local presenta su solicitud y se realiza un baremo en función de su actividad musical: temas estrenados en plataformas y redes sociales, grabación de discos o número de conciertos realizados son los que más puntos aportan. Ellos darán el pistoletazo de salida a los conciertos el viernes, 28, a las cuatro y media de la tarde, durante media hora. Algo habitual para los grupos locales, que reivindican más presencia en el cartel y recuerdan cómo comenzó esto: para promocional la música y los grupos locales. Y, más que esperar que les sirva de plataforma para darse a conocer, lo viven como una experiencia a disfrutar: tocar en un entorno muy profesional rodeados de técnicos especializados frente al circuito de bares y salas pequeñas donde todo es autogestionado.

En el otro lado de la balanza del festival encontramos consenso en que hay aspectos como la limpieza que siguen siendo un talón de Aquiles. Limpieza y seguridad son las puntas de lanza, a la que se ha unido la sostenibilidad. A mediados de abril se suceden las reuniones de coordinación. No debe dejarse nada al azar. Pero parece inevitable que las zonas de acampada muestren una imagen poco edificante cuando los festivaleros abandonan la ciudad. Y eso que cada día salen a las calles un pelotón de trabajadores repartidos en diferentes equipos que se encargarán de limpieza y mantenimiento de los barrios afectados, zonas de comida o carga y descarga de contenedores repartidos estratégicamente en las zonas de mayor afluencia. La plantilla de limpieza y mantenimiento de toda la población más refuerzos contratados especialmente para el festival no descansarán hasta que Villarrobledo retome su pulso habitual una vez finalizado el festival.

La otra gran preocupación de los organizadores del evento es la seguridad. El éxito de la seguridad es una parte del éxito del Festival, nos indican desde la corporación municipal. Trabajan en ello los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Guardia Civil, Policía Local, Cruz Roja, Voluntarios de Protección Civil, sanitarios. Un gran operativo coordinado desde la seguridad de la propia empresa organizadora junto a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. A lo largo de la última semana de abril los controles de seguridad se multiplican: veremos sobrevolar el helicóptero de la Guardia Civil, actuar a los perros antidroga, controles aleatorios de tráfico que accede a la localidad… Todos velan para que haya seguridad en un evento y en una localidad que triplica su población en un fin de semana.

Resulta evidente que el Viñarock goza de muy buena salud. También que es una apuesta de futuro. Se ha firmado ya un contrato con la nueva promotora que se ha quedado con la celebración del Festival para los próximos 15 años. Se percibe un futuro muy prometedor para que siga siendo un Festival de referencia, para que Villarrobledo sea un referente en el mundo respecto a los festivales de arte nativo. La ciudad está preparada, es sociable, es solidaria, está abierta para que los visitantes disfruten de la gastronomía, el vino y el patrimonio histórico que ofrece a todos los visitantes. Viñarock es música, pero, a la vez, es mucho más. Y esta fusión de cultura manchega con las últimas tendencias musicales que lo ha llevado a formar parte del top10 de festivales en España tiene cuerda para rato.

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