21 noviembre 2024
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21 noviembre 2024

El impacto de los Juegos Olímpicos en las ciudades

La celebración de unos JJOO requiere una gran inversión, pero puede generar un impacto social y económico muy positivo para las ciudades

El 9 de agosto de 2024 se cumplen 32 años de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, una de las ciudades anfitrionas más recordadas. La capital catalana fue escogida como sede olímpica en 1986, el mismo año en que España entró en la Unión Europea. 

Para Barcelona, los Juegos representaban una doble oportunidad: por un lado, era la ocasión perfecta para que la ciudad se diera a conocer internacionalmente; por otro, la inversión económica para poner en marcha las Olimpiadas podía suponer la transformación urbanística de gran parte de la ciudad. 

Y así fue. La ciudad puso en marcha un plan urbanístico que se estructuró en doce proyectos enfocados a distintas zonas de la ciudad. Hubo proyectos para la construcción de infraestructuras olímpicas, otros para la rehabilitación de algunos barrios, y algunos destinados a mejorar el acceso a la vivienda, el transporte y los servicios

Según un informe del CIDOB, los Juegos Olímpicos propiciaron un impacto económico y social remarcable en Barcelona y su área metropolitana. A nivel económico, hubo un descenso del paro y una reactivació del mercado de la vivienda por el auge de la construcción. La ciudad también experimentó un aumento del turismo internacional, hasta convertirse a día de hoy en una de las principales destinos turísticos del mundo.

Más allá de la economía, el informe destaca el cambio social que experimentó la ciudad: hubo una clara mejora del urbanismo, la vivienda, el transporte y la movilidad, las instituciones culturales, las instalaciones deportivas y la fachada marítima. Todo ello contribuyó a la calidad de vida de los barceloneses.

JJOO: una cuestión deportiva y económica

Las ciudades que organizan unos JJOO deben disponer de las instalaciones deportivas necesarias, además del alojamiento para los miles de participantes: atletas y equipos de entrenamiento, personal de prensa y turistas interesados. Asimismo, es importante que la circulación por la ciudad sea rápida y eficiente. 

Todas estas características exigen que las ciudades anfitrionas afronten una amplia inversión económica, que irá dirigida a la creación de pabellones deportivos, viviendas y otros lugares de alojamiento, así como a la mejora de calles, carreteras y transporte público

Esta inversión supondrá un beneficio a corto plazo durante los Juegos Olímpicos. Por ejemplo, se crearán más puestos de trabajo para los vecinos y vecinas, y la ciudad se convertirá en un destino atractivo para los turistas; esto ayudará a activar la economía. También se recibirá una compensación económica directa por la venta de entradas o los derechos de retransmisión.

Sin embargo, esta inversión también supondrá un aumento de la deuda pública: habrá grandes costes administrativos y de seguridad, se gastará mucho dinero en la construcción y mejora de nuevos espacios, así como en la organización y puesta en marcha de las ceremonias de apertura y clausura

Por ello es importante que las ciudades anfitrionas sepan organizar bien cómo reparten los recursos económicos, con el objetivo de que las mejoras en la ciudad puedan disfrutarse también a largo plazo, una vez los Juegos hayan terminado. 

Ciudades anfitrionas

A lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos, las ciudades anfitrionas han experimentado diferentes modelos: algunas han sabido aprovechar la inversión económica y han podido disfrutar de un crecimiento a largo plazo después de albergar los Juegos. 

Este sería el caso de Barcelona, pero también de otras ciudades como Sydney. La capital de Australia fue la sede de los JJOO en el año 2000 y supo aprovechar el tirón de la competición deportiva para promocionar el turismo en las antípodas

Los JJOO de Londres 2012 se consideran los Juegos Olímpicos más verdes de la historia por su implicación con la sostenibilidad. El comité organizador también supo crear un impacto positivo en una zona degradada con bajos ingresos como era el East End londinense, donde se llevaron a cabo las competiciones.

No obstante, en otros casos, la mala gestión y planificación de las inversiones ha borrado cualquier legado de los Juegos Olímpicos más allá del ámbito deportivo. En Brasil, por ejemplo, se esperaba que las Olimpiadas de Rio 2016 fueran la oportunidad de realizar reformas urbanísticas, recuperar barrios degradados y ampliar la cantidad de instalaciones y espacios públicos. 

Sin embargo, los problemas de transporte, seguridad y obras atrasadas contribuyeron al colapso político y económico que rodeó a las Olimpiadas de Río de Janeiro. Según el estudio del CIDOB, los Juegos no contribuyeron a revitalizar la economía ni a mejorar la calidad de vida de los habitantes de Brasil. 

Pasó algo parecido en Grecia. Según un estudio de CaixaBank, se construyeron 22 pabellones deportivos para la celebración de los Juegos Olímpicos de Atenas en el año 2004. Cuatro años después, 21 de ellos estaban abandonados y con necesidad de enfrentarse a serias reparaciones para poder ser utilizados en el futuro. 

Créditos de la fotografía de portada: Ralf Roltschek. Licencia CreativeCommons vía Wikipedia.

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