23 abril 2024
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23 abril 2024

Explotación en la industria de la moda

La pandemia ha empeorado la situación laboral de miles de mujeres en Bangladesh que trabajan sin derechos en el sector textil

Con motivo del 8-M: Día de la Mujer, esta semana dedicamos todos los artículos de ‘La Noticia del Día’ a las mujeres y analizamos algunas de las problemáticas que afectan a la igualdad de género en el mundo.

La pandemia ha agravado la situación laboral de las mujeres de Bangladesh que trabajan en fábricas de confección de ropa, cuyos derechos son vulnerados de forma reiterada, según denuncia un estudio elaborado por la Universidad de Aberdeen en Escocia (Reino Unido) y la organización humanitaria Traidcraft Exchange UK.

Muchas marcas y grandes firmas de moda externalizan la producción de ropa en países en desarrollo como Bangladesh, la India o Marruecos, donde los derechos de los trabajadores son casi inexistentes y el salario mínimo es muy inferior al de los países occidentales donde venden sus productos.

En estas fábricas, las trabajadoras (la gran mayoría son mujeres) trabajan en condiciones de explotación laboral, realizando jornadas de hasta 12 horas diarias por un salario de 3 dólares por turno. Los empleados no tienen derechos: no pueden coger la baja si se ponen enfermos porque se arriesgan a ser despedidos, ni tienen vacaciones. Tampoco tienen derecho a constituir un sindicato para defender sus derechos.

La pandemia de covid-19 ha empeorado todavía más la situación: el confinamiento y las restricciones obligaron a cerrar las tiendas durante varios meses, lo que provocó un descenso de las ventas de ropa en todo el mundo. En este contexto las marcas cancelaron pedidos, se negaron a pagar por las piezas de ropa que ya estaban en producción e incluso exigieron un descuento en la facturación. 

Esto impactó directamente en las trabajadoras del sector textil, la mayoría de las cuales viven bajo el umbral de la pobreza y tienen grandes dificultades para subsistir y mantener a sus familias. La falta de ingresos provoca también inseguridad alimentaria, peores condiciones de salud e incluso violencia de género, ya que los agresores las culpan de no tener un trabajo.

La industria textil es uno de los pilares de la economía en Bangladesh: representa el 85% de los ingresos por exportaciones y el 20% del producto interior bruto (el valor total de todo lo que se produce en un país). Más de 4 millones de bangladesíes trabajan en este sector (de un total de 68 millones de población activa).

Aunque el gobierno ha aprobado algunas leyes para promover la igualdad de género y proteger a los trabajadores, la realidad es que muchas empresas ignoran estos derechos y explotan a sus empleados para dar respuesta a las demandas de la fast fashion, la industria basada en el consumo rápido y poco sostenible de la moda.

Condiciones inhumanas

El estudio explica que algunas empresas despidieron a los trabajadores durante el confinamiento y luego volvieron a contratarlos con peores condiciones, sin los beneficios y las ventajas adquiridas por los años trabajados. 

Durante este período aumentaron las amenazas y la intimidación para forzar el ritmo de producción y las mujeres se vieron más expuestas a casos de violencia física y sexual. Aunque existen mecanismos para presentar quejas y denunciar los abusos dentro de las fábricas, muy pocas trabajadoras recurren a ellos por miedo a perder su única fuente de ingresos.

La mayoría de trabajadoras de la industria textil son mujeres jóvenes que proceden de zonas rurales y no tienen estudios, lo que las deja con muy pocas alternativas laborales. Esta situación las hace todavía más vulnerables a la explotación laboral, ya que desconocen sus derechos y están dispuestas a renunciar a ellos por ganar un poco de dinero.

Lamentablemente, la explotación laboral es un delito extendido en todos los continentes. La mayoría de víctimas son niños y mujeres, que a menudo son retenidos a la fuerza por mafias que se dedican al tráfico de personas.

La brecha laboral en el mundo

Bangladesh es uno de los 10 peores países según el Índice de Derechos Globales de la Confederación Sindical Internacional, que analiza los derechos de los trabajadores y trabajadoras en todo el planeta. Además, ocupa el puesto 171 de 190 en la clasificación Mujer, Empresa y Derecho del Banco Mundial.

La desigualdad de género en el ámbito laboral se manifiesta de muchas formas: desde las diferencias de salario hasta la menor presencia de mujeres en cargos directivos, pero los peores efectos se producen en los países en desarrollo, donde la legislación no protege a las mujeres trabajadoras ni promueve su integración en el mundo empresarial.

De acuerdo con los datos del Banco Mundial, alrededor de 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen las mismas oportunidades que los hombres, y en 86 países hay restricciones laborales que impiden a las mujeres trabajar igual que los hombres. Asimismo, hay 95 países donde la igualdad de remuneración no está garantizada.

Involucrar a las mujeres en el mundo laboral no solo permitiría alcanzar la igualdad de género, sino que también serviría para impulsar la economía y promover el progreso en las regiones más pobres, donde niñas y mujeres quedan relegadas a un papel doméstico ignorando su potencial contribución a la sociedad y al mundo.

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