30 abril 2024
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30 abril 2024

Loola Pérez: «La gran asignatura pendiente en España es la educación sexual»

Por: Carla Fernández Martínez, Abigaíl Jamira Juchani, Ana Cristina Guevara Cárdenas y Beatriz Sánchez Salinas

Loola Pérez (Molina de Segura, 1991) tiene un currículo interminable: graduada en Filosofía y Psicología, técnica en Integración Social, un máster en Sexología, escritora de novelas y ensayos, presidenta de MUJOMUR y un largo etcétera. Además, contribuye a mejorar la educación sexual en España impartiendo conferencias en los centros educativos, labor muy importante. Comprometida con esta labor, saca un hueco en su apretada agenta para respondernos una serie de preguntas.

¿Cómo te definirías a ti misma?

Como una persona muy crítica con las cuestiones políticas y sociales, muy interesada en el conocimiento científico y que valora mucho las cuestiones relacionadas con los
derechos humanos.

¿A qué dedica el tiempo libre una activista como tú?

Ahora no tengo tiempo libre, porque los fines de semana estoy estudiando un máster y, durante la semana, el tiempo que saco lo dedico a hacer deporte. Para mí el deporte no es un deseo o una afición, sino una necesidad. Me hace sentir bien cuando estoy estresada, aclara mi mente. Lo que sí intento es buscar huecos para ver a mis amigos y familia, aunque estoy tan liada que a veces solo puedo quedar a la hora de comer.

Dada tu formación en psicología, ¿cuáles son los comportamientos tóxicos más importantes que deben detectar los jóvenes de hoy en sus relaciones?

Los comportamientos tóxicos más frecuentes son el chantaje emocional y la manipulación, que van unidos a la baja autoestima, pues hace que nos enganchemos a relaciones de «mierda». Es muy importante mirar hacia afuera, a lo que nos hacen sentir las otras personas, pero también mirar hacia dentro y saber cómo me siento yo, porque si me siento bien tengo más facilidad de poner límites y buscar personas que no alteren mi paz mental. Una buena autoestima nos ayuda a elegir mejor, a valorarnos y a rechazar este chantaje y manipulación.

¿Cuál crees tú que es la importancia de la educación sexual en los centros escolares?

Es muy importante y la gran asignatura pendiente que tiene la educación en España. En otros países es una asignatura más pero aquí no tenemos ese compromiso. Existe mucho miedo a que la educación sexual se convierta en una asignatura porque todavía existe la idea de que es algo “pervertido”, cuando realmente tiene el objetivo de que los jóvenes aprendan a conocerse y a crear relaciones éticas con los demás. Los jóvenes necesitan que haya un profesional que les hable con rigor, con responsabilidad, con conocimiento y con claridad. La educación es algo que nos da herramientas para nuestras “mochilas” y
hace que nos demos cuenta de que a lo mejor tenemos herramientas que ya no nos sirven y tenemos que meter en esa “mochila” herramientas nuevas, es decir, ayuda a desterrar falsos mitos y a establecer relaciones sanas.

En estos años, los cambios y el avance hacia la igualdad han sido evidentes para las mujeres. ¿Has visto cambios importantes en los hombres? ¿Crees que aún queda camino?

La igualdad es un valor que cada vez defienden más tanto hombres como mujeres. Es importante para la evolución de las sociedades y para la convivencia en ámbitos privados e íntimos. Sin embargo, creo que las mujeres llevamos la ventaja en el nivel emocional y que los hombres deben trabajar más esa faceta, deben conectar con su parte emocional.

¿Podrías definir lo que es para ti la “nueva masculinidad”?

La nueva masculinidad es aquella donde los hombres no tienen miedo a mostrar sus emociones, se responsabilizan de sus actos y están abiertos al cambio. Es decir, que han desechado el estereotipo de macho alfa y ven a las mujeres como iguales, como interlocutoras con las que tienen que negociar en vez de imponer sus ideas.

¿Crees que ser una activista del feminismo te ha abierto puertas o, por el contrario, te ha perjudicado?

Un poco de todo. Creo que me ha cerrado puertas al no ser neutral, pero me ha abierto otras que me parecen mucho más interesantes. Hay que aprender a mojarse, a arriesgarse, no conformarse. Las mujeres tenemos la presión de caer bien y que nadie se enfade con nosotras, pero cuando comprendes que puedes tener una opinión libre y que no hay que gustar a todo el mundo, te fortaleces y adquieres seguridad. Siento que eso es como romper cierto techo de cristal, hablar en público sin miedo. Cuando te ves a ti misma en un escenario que tradicionalmente estaba reservado para los hombres, comprendes que has venido a romper estereotipos de género.

¿Qué opinas sobre la ley del “Solo sí es sí”?

Es una ley necesaria porque pone mucho énfasis en actos o conductas delictivas que a priori no se consideraban como tal. Por ejemplo, la mutilación genital femenina se entendía como una agresión física, pero ahora también se entiende como una forma de violencia sexual. También me parece importante que, por ejemplo, hayan puesto un agravante en la violencia sexual por sumisión química o en el reenvío de contenido erótico sin autorización. Ahora bien, ninguna ley es perfecta y a nivel de comunicación el
gobierno se ha equivocado porque ha vendido la idea a la ciudadanía de que las víctimas iban a tener más derecho y estamos viendo que no, que víctimas que habían conseguido una condena para sus agresores están viendo cómo se rebaja su condena. Eso implica que revivan los hechos al enfrentarse de nuevo al sistema de justicia, lo que difícilmente se puede calificar de éxito, sino que es un fracaso social porque no se considera el impacto psicológico en las víctimas. Demuestra poco compromiso social.

En relación al futuro, ¿cuáles crees que son los mayores retos del feminismo?

Huir de la continua victimización de las mujeres. Hay personas dentro del movimiento feminista que, en lugar de defender la igualdad, defienden el “mujerismo”, como digo yo. Los derechos deben ser iguales para ambos sexos, ya que los derechos de la mujer no sustituyen los derechos de los hombres y viceversa. Creo que el movimiento feminista tiene que ser más responsable en su discurso porque muchas veces se habla más desde la rabia que desde el conocimiento y para hacer cambios en la sociedad necesitamos conocimiento. Necesitamos razonar, necesitamos pensamiento y acción en vez de reacción. Otros retos son la educación, la conciliación laboral, la relación del género con la raza, la orientación sexual o la ecología.

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