25 abril 2024
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25 abril 2024

Nuestra salud, en riesgo por el cambio climático

El uso de combustibles fósiles no solo influye en el clima, sino que también afecta a la seguridad alimentaria, el riesgo de sufrir epidemias o los desastres naturales

La salud de la población mundial (8.000 millones de personas) está en peligro debido al uso continuado de combustibles fósiles y a sus efectos sobre el medio ambiente. Materiales como el petróleo, el gas natural o el carbón son los principales causantes del cambio climático y tienen graves consecuencias sobre la salud humana.

Esta es la principal conclusión del estudio The Lancet Countdown, realizado por la prestigiosa revista médica The Lancet, que desde 2016 analiza los efectos del cambio climático sobre la salud a través de fenómenos como las olas de calor, las inundaciones o las sequías extremas.

El cambio climático está reduciendo las precipitaciones y aumentando las temporadas de sequía, lo cual afecta directamente a la producción global de alimentos. De acuerdo con el informe, las olas de calor extremo de los últimos años han hecho que haya 98 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria (cuando las personas no tienen acceso a alimentos suficientes). 

Las olas de calor afectan especialmente a los grupos más vulnerables: gente mayor, niños, personas con enfermedades… Pero además, también resultan en una pérdida de productividad, es decir: cuando hace tanto calor, es más difícil trabajar, y eso provoca pérdidas de miles de millones de euros.

El aumento de temperaturas provocado por las emisiones de combustibles fósiles también ha aumentado la sequía y los incendios. Entre 2018 y 2021, el riesgo de incendios se incrementó en el 61% de los países, según datos del mismo estudio. La destrucción de los incendios afecta a las personas y bienes materiales, pero también supone una pérdida de biodiversidad imposible de recuperar. 

Asimismo, el cambio climático influye directamente en los fenómenos meteorológicos extremos, que cada vez son más frecuentes y más intensos. Además de afectar a viviendas e infraestructuras y de arrasar campos de cultivo, en una situación de desastre natural es más fácil que aparezcan enfermedades y epidemias.

Llamada de atención a los gobiernos

El estudio de The Lancet señala a los gobiernos de todo el mundo como responsables de la crisis climática, porque continúan apostando por los combustibles fósiles en detrimento de la salud pública.

Es más, las empresas petroleras reciben miles de millones de euros cada año en forma de subvenciones para reducir el coste de la gasolina. El objetivo de esta medida es ayudar a los consumidores a pagar menos por el combustible, pero al final quien más se beneficia son las empresas petroleras, que se garantizan millones de ingresos.

¿Por qué a los gobiernos les cuesta tanto dar el paso y adoptar energías renovables? Por un lado, las empresas petroleras son muy ricas y tienen una gran influencia en política. Sus decisiones sobre el precio del petróleo pueden afectar el funcionamiento de los países y su economía.

Por otro lado, es cierto que cambiar el sistema energético de todo un país sería muy caro, porque implicaría cambiar toda la red de suministro eléctrico e incluso parte de la maquinaria y aparatos como los automóviles, que deberían ser vehículos eléctricos. La población podría sufrir cortes en el suministro y cambios en el consumo energético.

No obstante, el cambio debe producirse ya. Cuanto más tardemos en adoptar las energías renovables como principal fuente de energía, más tiempo seguiremos contaminando el planeta y empeorando nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud advierte que el 99% de la población mundial respira un aire que supera los límites de calidad recomendados.

La COP27

La última Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, también conocida como Conferencia de las Partes o COP, tuvo lugar entre el 6 y el 18 de noviembre de 2022 en Egipto. Representantes políticos de más de un centenar de países, científicos, organizaciones medioambientales y de la sociedad civil participaron en este encuentro.

El objetivo, como cada COP, fue tratar de llegar a acuerdos internacionales que permitan reducir las emisiones de carbono (procedentes de la quema de combustibles fósiles) y, así, evitar que los efectos del cambio climático sean todavía peores.

Reducir las emisiones implica necesariamente frenar la actividad económica, por eso es tan difícil que todos los países se pongan de acuerdo. Los países más contaminantes, China y Estados Unidos, no están dispuestos a reducir la producción de sus fábricas porque eso les haría perder su influencia, tanto a nivel comercial como político.

No obstante, desde hace algunos años, los organizadores de la COP reclaman que también se tengan en cuenta a los países más pequeños, especialmente aquellos que tienen menos recursos para luchar contra la crisis climática.

En ese sentido, además de debatir sobre cómo se pueden limitar las emisiones, otro de los puntos clave de la cumbre es el de la compensación económica: para que los países pobres reciban dinero que les permita hacer frente a las consecuencias del cambio climático, provocado sobre todo por los países ricos e industrializados.

Los últimos datos de Naciones Unidas indican que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano, dos de los gases de efecto invernadero más contaminantes, han aumentado este año (aunque menos de lo que aumentaron el año pasado). Además, solo 24 de los 193 países que participaron en la COP26 han actualizado sus planes de actuación para combatir el cambio climático.

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