29 marzo 2024
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29 marzo 2024

Hallan 250 momias egipcias en perfecto estado de conservación

Los sarcófagos tienen más de 2.000 años de antigüedad y han mantenido intactos los cuerpos y objetos rituales

El gobierno de Egipto ha presentado un descubrimiento arqueológico sorprendente: 250 sarcófagos procedentes del Periodo Tardío de los faraones, entre el 724 y el 343 a.C., que conservaban en su interior los cuerpos de las momias junto con varias estatuillas de bronce de diferentes divinidades egipcias.

Las momias proceden de la necrópolis de Saqqara, al suroeste de El Cairo, la capital egipcia. Saqqara fue la necrópolis principal de Memfis, la capital del Imperio Antiguo (entre el 2686 y el 2181 a.C.): allí se enterraba a los faraones, los miembros de la realeza y los nobles de la corte.

Los sarcófagos que se han descubierto ahora son posteriores: en lugar de piedra o metal, están hechos de madera y pintados con colores para representar a las personas enterradas, su origen y su posición.

Los arqueólogos celebran que la tumba estuviera intacta y no hubiera sufrido las agresiones de vándalos y ladrones. Así han podido recuperar 150 estatuillas que representan a dioses de la antigüedad como Anubis, el dios de la muerte; Osiris, dios de la agricultura, o Hathor, la diosa del cielo.

El equipo de excavación también ha encontrado un papiro con textos que podrían pertenecer al Libro de los Muertos, una recopilación de textos funerarios del antiguo Egipto con hechizos y consejos para guiar a los muertos en su viaje al más allá. El papiro será restaurado en el Museo Egipcio del Cairo para poder preservarlo y estudiar su contenido.

La necrópolis de Saqqara es uno de los mayores sitios arqueológicos de Egipto y, según los expertos, todavía quedan muchos tesoros por descubrir allí. Uno de los principales objetivos es encontrar la tumba de Imhotep, sacerdote, científico y arquitecto del antiguo Egipto que diseñó la primera pirámide de la historia: una pirámide escalonada que debía alojar la tumba del faraón Dyeser (2.650 a.C.).

Embalsamar para la vida eterna

Los antiguos egipcios embalsamaban a sus muertos y los convertían en momias. Se trataba de un ritual religioso: creían en la vida después de la muerte, por eso los cuerpos debían estar presentables para cuando llegaran al más allá. Del mismo modo, los más ricos se hacían enterrar con tesoros, comida y sus objetos más preciados para vivir en abundancia la otra vida.

No obstante, la momificación también responde a motivos climatológicos. Los cuerpos enterrados en la arena del desierto pierden la humedad con rapidez y evitan la descomposición. En cambio, los cuerpos enterrados en tumbas, dentro de sarcófagos, son el hábitat perfecto para desarrollar microorganismos, larvas e insectos (el proceso natural de la descomposición orgánica).

De ahí que los egipcios desarrollaran técnicas milenarias para evitar el deterioro de los cuerpos. El proceso podía durar varias semanas y seguía diferentes fases: primero se sacaban los órganos internos, después el cuerpo se dejaba secar al sol y se cubría con aceites y ungüentos para conservar la piel. Finalmente se cubría con vendas, que sujetaban amuletos que daban suerte en el más allá. 

Los órganos se embalsamaban a parte y se guardaban en cuatro vasos canopes, unos recipientes especiales que representaban diferentes animales sagrados. El corazón solía dejarse dentro del cuerpo, ya que era el origen de la vida.

Turismo faraónico

Gracias a los tesoros arqueológicos de la época antigua, Egipto es un destino turístico de primer orden. Los faraones gobernaron en Egipto durante miles de años y dejaron un legado histórico incomparable: pirámides y templos imponentes, sarcófagos de oro y piedras preciosas, mitos y leyendas sagradas escritas con jeroglíficos en las paredes…

La pasión por el turismo faraónico empezó ya en el siglo XIX, cuando las élites europeas se interesaron por las civilizaciones antiguas en Grecia, Roma o Egipto. Varios países se disputaban el control de la región y eso dio pie al descubrimiento fortuito de grandes tesoros como la piedra de Rosetta, la clave para descifrar los jeroglíficos, y también el expolio de piezas arqueológicas.

Durante todo el siglo XX, Egipto fue uno de los destinos preferidos para los enamorados de la historia. Turistas de todo el mundo han viajado hasta el Cairo para ver las pirámides de  Keops, Kefren y Micerinos, la esfinge de Giza, el templo de Abu Simbel o las momias del Museo Egipcio.

Con la llegada del nuevo milenio, la población egipcia reclamó cambios democráticos e impulsó la Primavera Árabe en el país; sin embargo, la revuelta popular fue reprimida con dureza. La sociedad egipcia sigue sufriendo una grave crisis de derechos humanos y el turismo se ha visto afectado por la inestabilidad política.

En los últimos años, el gobierno liderado por Abdelfatah al Sisi ha impulsado una nueva estrategia para promover el legado histórico de Egipto y, de este modo, atraer de nuevo el turismo. Un ejemplo de ello es el gran desfile de faraones que tuvo lugar el año pasado, con las principales momias reales trasladadas al Museo de la Civilización Egipcia.

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