El gobierno de Estados Unidos hace públicos más de 1.000 documentos sobre la muerte del presidente John F. Kennedy, cuyo asesinato en 1963 sigue sin resolverse
El gobierno de Estados Unidos ha desclasificado otros 1.491 documentos relacionados con la muerte del presidente John F. Kennedy, que fue asesinado en 1963. Se trata de centenares de teletipos, informes y comunicados oficiales que pueden consultarse en la web del Archivo Nacional.
Con estos documentos ya se han hecho públicos más del 90% de los archivos gubernamentales sobre la muerte de Kennedy. No obstante, centenares de documentos todavía se mantienen en secreto porque, según las agencias de inteligencia estadounidenses como la CIA o el FBI, contienen información muy sensible que podría poner en riesgo la seguridad nacional.
Los archivos de JFK (como se conocía al presidente Kennedy) debían hacerse públicos en octubre de 2021 después de varios aplazamientos en la desclasificación. En aquel momento, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aplazó la publicación justificando la decisión por el impacto del covid.
Los portavoces de la Casa Blanca explicaron en un comunicado que la pandemia había ralentizado el proceso de revisión de los documentos y necesitaban más tiempo para consultar con las agencias del gobierno qué documentos podían hacerse públicos y cuáles no. Por ese motivo, se ha aplazado un año más la desclasificación completa de los documentos, hasta el 15 de diciembre de 2022.
Tanto Biden como su predecesor en la presidencia, Donald Trump, habían prometido levantar el secreto oficial durante su mandato. Sin embargo, ambos se han visto obligados a dar marcha atrás con el argumento de la seguridad nacional.
60 años de documentos secretos
La desclasificación de los archivos de JFK sigue provocando una gran polémica casi 60 años después del magnicidio. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 en la ciudad de Dallas. Recibió dos disparos mientras circulaba en el coche presidencial, uno de ellos en la cabeza. Poco después, la policía detenía a Lee Harvey Oswald como autor del asesinato, pero no llegó a ser juzgado porque lo asesinaron dos días después.
Una semana después del incidente se creó la Comisión Warren, en la que un equipo de expertos llevó a cabo una investigación durante meses para establecer los motivos de Oswald para asesinar al presidente y descubrir si había actuado solo o había recibido ayuda. La Comisión llegó a la conclusión de que no había pruebas evidentes de conspiración por parte de otros gobiernos u organizaciones que tuvieran interés en acabar con Kennedy.
No obstante, el informe de la Comisión Warren dejaba varias preguntas sin responder: había dudas sobre la trayectoria de la bala que resultó mortal, imprecisiones en el informe de la autopsia y tampoco se aclaraba si Oswald había sido el único implicado. El director de cine Oliver Stone recogió todas estas incógnitas en la película JFK: caso abierto (1991).
La película tuvo tanto éxito y repercusión entre la población, que en 1992 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Registros JFK: esta ley obligaba a desclasificar todos los archivos referentes al asesinato de Kennedy para que “el público esté plenamente informado sobre la historia que rodeó el asesinato”. Los documentos debían hacerse públicos en un plazo máximo de 25 años.
Sin embargo, la ley también incluía una excepción para no publicar los archivos: si el presidente de turno consideraba que los documentos podían poner en peligro la seguridad nacional al revelar secretos sobre el gobierno, los servicios de inteligencia, o el ejército de Estados Unidos, entonces seguirían siendo secretos.
Esto es precisamente lo que ocurrió en 2017, bajo el mandato de Donald Trump. Los expertos estuvieron un año analizando los documentos pendientes de desclasificar y finalmente aplazaron su publicación por motivos de seguridad, retardando la fecha hasta 2021.
La muerte de JFK, envuelta en conspiraciones
John Fitzgerald Kennedy fue presidente de Estados Unidos entre 1961 y 1963. Como candidato demócrata, se impuso al candidato del Partido Republicano, Richard Nixon, y se convirtió en el presidente más joven de la historia del país.
Kennedy impuso un cambio de rumbo en las políticas de los anteriores gobiernos republicanos, lo que despertó recelos entre los dirigentes más conservadores y los directores de agencias gubernamentales, acostumbrados a funcionar sin que el gobierno interviniera en sus asuntos.
El nuevo presidente apostó por un acercamiento con Cuba, que había declarado abiertamente su oposición a Estados Unidos tras la Revolución de 1959. Kennedy también fue clave para resolver de forma pacífica la Crisis de los misiles de 1962, cuando Estados Unidos descubrió que la Unión Soviética estaba enviando misiles nucleares a Cuba, lo que suponía una amenaza directa. El presidente presionó al régimen soviético para que retirara las armas y evitó una temida guerra nuclear.
Por otro lado, Kennedy impulsó la persecución judicial de la mafia y consiguió encarcelar a numerosos criminales. Los grupos mafiosos habían contado durante años con la complicidad de la CIA y el FBI, e incluso habían colaborado con estas agencias en misiones extraoficiales, pero ahora se veían perseguidos por el gobierno.
Su apoyo a figuras como Martin Luther King, que luchaba por los derechos de la comunidad negra, también lo alejaron de los sectores más conservadores del Partido Demócrata y de las élites más ricas de Estados Unidos, que no querían perder su influencia.
Todas estas cuestiones alimentaron varias teorías de la conspiración sobre quiénes podían estar detrás del asesinato. Las encuestas muestran que más de la mitad de los estadounidenses creen que el asesinato de JFK formó parte de una conspiración… pero todavía sigue sin saberse por parte de quién.