23 noviembre 2024
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23 noviembre 2024

Yemen, el conflicto olvidado

Se cumplen seis años del inicio de una guerra civil que ha sumido al país en la crisis humanitaria más grave del mundo

Este mes de marzo se cumplen 6 años del inicio de la guerra en Yemen, un conflicto que ha provocado una grave crisis humanitaria entre la población civil. Según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, más de 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria para poder sobrevivir y hasta 4 millones han tenido que huir de sus hogares a consecuencia de los bombardeos y la violencia, convirtiéndose así en desplazados internos

La República de Yemen es un país de mayoría musulmana situado entre Oriente Próximo y África, y su capital y ciudad más poblada es Saná. Antes de la revolución de 2011, iniciada en el contexto de la Primavera Árabe, Yemen ya era uno de los países árabes más pobres de la región, pero a raíz del conflicto la situación de hambruna se ha vuelto insostenible. A su difícil situación social y económica, ahora se suma la crisis de la covid-19. 

La guerra en Yemen se conoce como “el conflicto olvidado” por diferentes motivos. Por un lado, es una guerra que despierta poco interés en los medios de comunicación y sobre la que es difícil informar, ya que los periodistas se encuentran con muchos obstáculos para viajar hasta allí y contar de primera mano lo que sucede en el país. 

Por otro lado, los movimientos migratorios provocados por la guerra no afectan de manera directa a los países occidentales, como sí sucede con los migrantes del Norte de África que llegan a las costas europeas en busca de una vida mejor. 

En el caso de Yemen, una gran parte de la población civil se ha visto obligada a abandonar sus hogares por la falta de alimentos y la violencia, pero han permanecido dentro de las fronteras del país o bien han huido a países vecinos, como Somalia. 

La revolución en el contexto de la Primavera árabe

En 2011, siguiendo la estela de otros países como Túnez, Libia o Siria, la población yemení protagonizó una revuelta popular que forzó la dimisión del presidente Ali Abdullah Saleh, en el poder durante 21 años. Su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi, le relevó en el cargo y a día de hoy es reconocido como el máximo mandatario de Yemen por la Organización de Naciones Unidas (ONU).  

Sin embargo, una parte de la población no reconocía al nuevo presidente. Surgieron entonces varios grupos armados que disputan el poder a Hadi y también se enfrentan entre ellos.

Por un lado está Al-Hirak, un partido político y movimiento paramilitar que busca la independencia de los territorios del sur, que antes de la unificación de 1990 conformaban su propio país (Yemen del Sur). Por otro lado, el grupo de los hutíes, musulmanes chiítas que llevaron a cabo un golpe de estado en septiembre de 2014 para devolver el poder al expresidente Saleh. 

En marzo de 2015 Arabia Saudita, país vecino muy rico en petróleo, junto a otros países árabes y apoyados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, lanzaron ataques aéreos contra Yemen. El objetivo era acabar con los guerrilleros hutíes, respaldados por Irán, y dar apoyo así al gobierno de Hadi. 

Pero aquella intervención fracasó y desde entonces Yemen está sumido en un conflicto permanente, al que se le suman los ataques del grupo terrorista Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) y de otros grupos terroristas afines al Estado Islámico (EI). 

De esta forma, Yemen se ha convertido en la guerra particular de las dos principales potencias de Oriente Medio: Arabia Saudí, país de mayoría sunita, e Irán, de mayoría chiita. Estas dos ramas de la religión musulmana compiten por extender su influencia y se disputan el poder en varios países de la región. 

Un país destruido

Las Naciones Unidas consideran que la guerra de Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo. Cerca de 24 millones de personas (el 80% de la población) necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Y un total de 16,2 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y desnutrición, especialmente los niños y niñas. 

El impacto de la covid-19 se suma ahora a la profunda crisis social y económica que afecta a la población. Sin embargo, no es la primera epidemia que afecta al país. En octubre de 2016, Yemen vivió un brote de cólera que se expandió rápidamente por la falta de instalaciones sanitarias y por el deterioro de los sistemas de alcantarillado y saneamiento, destruidos durante la guerra. 

El uso indiscriminado de la violencia contra la población yemení, especialmente los bombardeos aéreos sobre zonas donde vive población civil, es una de las principales denuncias de organizaciones como Amnistía Internacional. Desde el inicio de la guerra, más de 100.000 personas han sido asesinadas y otras 130.000 han muerto por "causas indirectas", como la escasez de alimentos y las crisis sanitarias, según datos de Norwegian Refugee Council (NRC). 

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